"Porque
habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y
en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" 1
Corintios 6:20
Hemos sido comprados por la sangre de
Cristo, el Señor nos ha hecho parte de la familia de los santos. Así que
legalmente no pertenecemos a ninguna familia de ésta tierra, sino a la familia
de los santos. Por ésta causa las maldiciones que habían en la familia en la
cual nacimos, quedaron atrás por el sacrificio de Jesucristo. Ésas maldiciones
generacionales, que hoy se llaman enfermedades hereditarias. También
maldiciones de ruina, fracaso, depresión y tantas otras. No quiero decir que
todas estas cosas son por causa de maldiciones generacionales, también vienen
por rebelión, desobediencia, pruebas, malas decisiones, hay que discernir cada
situación. Lo cierto es que, tenemos que apropiarnos de esa libertad por la fe.
Es necesario declarar por fe, que no hay en nuestra vida ninguna maldición de
las que sé manifestaban en la familia en que nacimos, y rechazar todo lo que
hubiera. Confesar que pertenecemos a la familia de Dios, y que nuestra herencia
es bendita, Dios es nuestra herencia. Hay que mantenerse firme en ésta
posición, creyendo y confesando la Verdad de Dios. Dios te bendiga !!! Fernando Regnault
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